sábado, 15 de agosto de 2009
Resistir en la pintura se acoge a una esencia romántica de la palabra, la realidad esta superpuesta a esas quimeras de la materia distribuida en el soporte y la idea impaciente de instalar una obra en un sitio donde alguien pueda observarla.
Yisa agrede el sitio del desalojo y esto lo determina a conjeturar que podría ser un pintor, aun, pero que resguarda la esencia de un concepto retraído en la contemporaneidad de todo sentido común, la acción de pintar se plantea en la urbe y solo existe en la medida que define territorialidad, de-marca el acontecimiento de la tela como una señal de propiedad y de existencia en la guerrilla urbana.
Poder definir en el eriazo una forma, una estructura visual reconocible, una extraña aparición icónica formateada a su propia técnica, del agenciamiento de lo precario como único recurso en la oscuridad de lo real, sobre un muro deleznable, que se va constituyendo en la persistencia irracional de la acción mítica de establecer una imagen, en una obligación a la mirada, ineludible a la ausencia de sentido en la fugacidad de la agitación publica.
Se impone aquí satisfactoriamente un engranaje personal e intimo, que entra en relación con el otro, un vinculo del lenguaje de la calle, conocido en su traslape semántico de manierismos y gestos predeterminados por un formato de sociedad. Se desplaza un trafico visual que entienden los que circulan la ciudad como un medio de relacionarse con las cosas y el mundo, reorganizando redes y nuevos puntos críticos , ya no al costado del sistema oficial , sino dentro de este, en una estrategia mediática de la actualidad, que permite y le permite a Yisa, entrar en vínculo con los demás sin interpelar con los espacios académicos y mas conservadores de la cultura, pero cruzándolos constantemente al utilizar sus mismos códigos conceptuales, que son los que se mantienen inalterables, precisamente son las condiciones de uso de los sistemas y de distribución del acontecimiento artísticos las que se modifican.
La propuesta de Yisa logra tocar la medula sin partir el hueso. Aquí la pintura es un medio, lo que constituye la obra es el acontecimiento que la instala, su planificación y su condición efímera en la fragilidad actual.
Asentado en la calle entre los deshechos y los recorridos de la historia de la pintura, esta propuesta sobrepasa la posibilidad de ingresar el graffiti, el rayado y la iconografía de la irreverencia a un espacio establecido, logra constituir una relación entre tribus que producen sentido bajo los mismos códigos que se organizan las tranzas sociales contemporáneas. La ley de la imagen con zapatera y látex – marks of power.
Víctor Hugo Bravo
Artista Visual - 2007
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